Por Jorge Villalta, Socio Director General, Miebach Perú
En el mundo, y no necesariamente sólo en Latinoamérica, vemos constantes cambios traducidos en necesidades de rápida adaptación. Eventos políticos, sociales, económicos, climáticos y sanitarios, que en su mayoría no son controlables y afectan a diario nuestra vida personal y laboral. Sin embargo, estas situaciones nos obligan a repensar cómo gestionamos el día a día, innovar y estar preparados ante sus impactos.
El último Estudio Global de Miebach sobre la Gestión de Riesgos en la Cadena de Suministro indicó que el 90% de las empresas han implementado medidas para la gestión de riesgo en distintos niveles, haciendo hincapié en las disrupciones de los últimos años. Sin embargo, cuando hablamos de riesgos debemos ser conscientes de nuestras limitaciones para mitigar los impactos de eventos poco recurrentes o incontrolables.
De esta manera, cuando hablamos de riesgos, podemos mencionar los relacionados a la capacidad de abastecimiento de la cadena, limitada por cortes de vías de transporte, huelgas de transportistas o eventos naturales como deslizamientos. Ante estos casos, las posibles soluciones pueden ser: a corto plazo, como las rutas alternas, o a mediano plazo, como la implementación de fuentes alternativas de abastecimiento.
No obstante, la mayoría de las empresas recurre a la construcción de inventario de contingencia preventivo-temporal, el cual normalmente termina siendo permanente y genera un fuerte costo financiero a las empresas. Estas soluciones sólo permiten alargar el tiempo sin que la operación se vea afectada y en espera de que el evento sea corregido. Algunas veces se logrará el cometido y otras no. En otras palabras, el iceberg (riesgo) podrá ser tapado dependiendo de cuánto se levante el inventario, pero todos sabemos que va en contra de la eficiencia que caracteriza a las operaciones logísticas.
Además, existen otros riesgos que, a veces, suceden recurrentemente pero que son tan significativos que podrían derivar en el cambio de reglas de juego. Así, por ejemplo, la subida de los precios del combustible es un riesgo con consecuencias inmediatas, que permiten seguir operando si se llega a un acuerdo, pero que podrían generar cambios y afectar el Business Case del negocio.
Teniendo en cuenta que en el Estudio de Miebach se señala que, a pesar de que el riesgo de aumento de costos tiene una probabilidad de ocurrencia del 78%, los actuales planes de gestión de riesgo sólo han logrado una probabilidad de mitigarlo del 50%, e inclusive la probabilidad de daño significativo es del 41%, porcentajes que aún se consideran insuficientes. En un ejemplo similar, el bloqueo de rutas de transporte tiene una probabilidad de ocurrencia del 85%, con una tasa de mitigación del 68% y daños significativos por 19%. Esta estadística refleja que existen mejores soluciones de mitigación para este suceso, pero manteniendo todavía altos los niveles de posibles daños a la empresa.
Por otro lado, en la gestión de los riesgos medioambientales y sociales, es importante, sobre todo en la industria minera, asegurar no sólo la continuidad de las operaciones, sino también el bienestar del entorno. Se observa que la inclusión de políticas de participación comunitaria, implementación de canales de comunicación y resolución de conflictos con comunidades maximizan los días de operación de la empresa y, por ende, los ingresos y rentabilidad de la misma.
Debemos recordar que el valor significativo de la gestión de riesgos está en la preparación de soluciones -de manera proactiva- a los impactos de los posibles eventos disruptivos. En la actualidad, la Gestión de Riesgo de la Cadena de Suministro todavía tiene oportunidades de mejora. De esta forma, los planes de Gestión de Riesgos aún no han sido capaces de proteger los intereses de las empresas al 100%.
El mejor control de los eventos, la prospección y pronósticos de eventos a corto y largo plazo, la evaluación por escenarios, los criterios de decisión, los procesos de reacción y sus responsables, entre otros, deben ser abordados para generar una Gestión de Riesgos viva y proactiva para la toma de decisión rápida y consciente.
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