Mientras que el escenario de las grandes industrias enmarca un desafío constante en la búsqueda de eficiencia, un nuevo actor comienza, de forma acelerada, a delinear una renovada tendencia de desarrollo productivo: el análisis de grandes datos. Tras las huellas que deja el accionar del hombre en un mundo digital –se estima que cada individuo creará 1,7 megabytes de información por segundo para 2020- , la tecnología de Big Data llega para dar valor a una infinita serie de instrumentos que no habían sido considerados con anterioridad y que robustizarán el potencial de una matriz fluctuante. El relevamiento de un sistema que propinó a los mercados una inusitada escalada de crecimiento.
Hay quienes afirman que el mundo avanza rumbo a una epidémica digitalización. La réplica de la tecnología como respuesta a un –necesario- cambio de paradigma en las vías de desarrollo humano precipita una revolución ineluctable en las distintas áreas que ejerce participación. En el sector industrial, gran protagonista, la proyección para los próximos años se rige bajo este mismo vaticinio que no sólo anuncian profetas: la tecnología avanza y modifica a su paso los mecanismos de producción y consumo; altera los patrones de conocimiento y los puestos de trabajo. Tuerce el funcionamiento del hombre y la máquina. Hoy, el relevamiento de la información, el acceso a lo casi intangible y el detalle, posibilita la eficiencia de esta nueva estructura que atraviesa a todos por igual y que amplía el universo de lo posible. En el período del Industrial Internet of Things (IIoT), la ciencia logró ahondar hasta dar forma a un sinnúmero de datos que se desprenden de la actividad del hombre en sus distintas operaciones.
Big Data es el nombre que reciben los datos masivos que, por su extensión, no pueden ser procesados por la vía tradicional y cuya capacidad de generación se encuentra en constante crecimiento, dotando a la población de recursos y patrones surgidos del mundo digital. El término infiere, de esta forma, a la información de gran escala y abre camino a la competencia del hombre en la búsqueda por entender, transformar y obtener de allí una precisión más fidedigna de procesos productivos, comportamientos humanos y de maquinarias, control y seguridad operativa, o análisis cartográficos y de suelo por mencionar sólo algunos puntos con implicancias exclusivamente mineras. Si bien en la actualidad existe una limitante respecto a la capacidad de modelado de la información por su cualidad oceánica –el experto digital Martin Hilbert afirmó que en el mundo hay el equivalente en información a 4500 columnas de libros que lleguen al sol-, las industrias logran, a través de Big Data, romper el horizonte de sus propias proyecciones y entender los porqués de su buen o mal desempeño. En lo que era el panorama industrial de otras épocas, un leve foco de problema a nivel operativo podía no revestir mayor trascendencia en caso de no repetirse. En la actualidad, mediante el análisis de datos que arrojan las industrias, cada evento aislado puede ser estudiado y empatronado con objeto de tener un manejo más eficiente del proceso: tanto lo micro como lo macro.
Bajo este eficaz esquema, el salvaguardo que provee Big Data a la economía de los proyectos es una de las claves respecto a por qué su utilización se encuentra tan en boga en el seno de directorios y máximos representantes empresariales. En períodos de economías cíclicas y fluctuaciones de los mercados, donde la propia sinergia mundial fuerza a ajustar de forma pormenorizada la mayor cantidad de variables, Big Data provee al desarrollo público y privado de recursos infinitos, sólo limitados a la capacidad del hombre, que sirven de gestores indispensables en la búsqueda de una administración eficiente, preventiva y adaptable a condiciones muy diversas. El propio sistema de información modifica la intervención del hombre en los proyectos, y le otorga la responsabilidad de dinamizar tanto su comprensión como la generación de nuevos perfiles en materia digerencial y operativa para hacer frente a modernas herramientas de competencia como el business intelligence y diversas estrategias de management que rubrican la industria del futuro.
Entre las especificidades de su aplicación en minería, Leonardo Viglione, socio de PwC Argentina, detalla que este cambio de paradigma se encuentra próximo a modificar el escenario minero como lo percibimos en la actualidad: “Siendo una de las industrias más antiguas del mundo, la minería está viendo de poner en jaque sus fundamentos tradicionales frente a los avances tecnológicos y los cambios en el mapa empresario a nivel global y debe adaptarse a los nuevos escenarios para seguir sobreviviendo. Hoy las compañías mineras ya no pueden permitirse ignorar que juegan un rol en un ecosistema económico, social y tecnológico más grande. Las fuerzas disruptivas que están afectando la industria, sumado a que la minería tradicional se ha vuelto más costosa, hacen que el management ponga mucho foco en la eficiencia, en la alocación del gasto y en la maximización de los recursos disponibles. Así, las organizaciones están trabajando para mejorar la productividad”.
Otro aspecto de interés común respecto a la utilización de Big Data es que puede desarrollarse de forma sistemática en articulación con otras tecnologías, promoviendo no sólo una mejora en la viabilidad de un emprendimiento sino también un salto cualitativo sobre el propio desarrollo de sistemas tecnológicos. En la temática de minería de datos, según PwC, consultora líder del sector minero, las tecnologías de Blockchain, Internet de las Cosas (IIoT) y los drones marchan en líneas complementarias: “Blockchain es una tecnología nueva, potencialmente revolucionaria, que permite la creación y el mantenimiento de una lista de registros -llamados bloques- en continuo crecimiento, protegidos de la revisión y la manipulación. Ya se usa en productos de minería como los diamantes, que tienen impresos un pequeño código QR que los enlaza a un token digital que verifica su calidad, extracción ética y autenticidad. Se podrían registrar y trackear los materiales desde el momento de la extracción hasta el punto de venta. Las mineras también podrían emplearlo en productos extraídos o manufacturados en ambientes con menos regulación, para identificar cualquier punto débil de la cadena de suministro o riesgos de sustitución. En combinación con otras innovaciones como Internet de las Cosas, logística y finanzas de comercio, las posibilidades se multiplican. Las aplicaciones comerciales de los drones en esta industria pueden reemplazar a los humanos en trabajos peligrosos y monótonos, son más económicos, versátiles y veloces que los helicópteros; más fáciles de manejar y contaminan menos que los vehículos de minería. Actualmente, están siendo probados e implementados en minas a cielo abierto, donde reemplazan métodos de inspección, mapeo y vigilancia que requieren mucha mano de obra, y también garantizan la seguridad en el sitio de extracción”.
Entre las firmas que ya las están aplicando se encuentra Rio Tinto, que construyó una instalación de control y monitoreo remoto que puede conectarse con los sitios de todo el mundo en tiempo real. Al usar la tecnología para recolectar datos de camiones y plantas de procesamiento y luego analizar la información en busca de oportunidades de eficiencia, la compañía asegura que ya redujo los costos en US$ 80 millones. Barrick Gold Corporation transita el mismo camino al sellar una alianza con CISCO a fin de digitalizar operaciones mineras en forma remota. Entre otros avances, los algoritmos predictivos aumentarán la precisión y la velocidad del mantenimiento y la metalurgia. En el caso de Vale, cuando inauguró su proyecto de hierro S11D en Brasil, aseguró tener uno de los costos por tonelada más bajos, en parte por el impacto de la tecnología en la eficiencia operacional, como un proceso natural de humedad que redujo el consumo de agua en un 93%. Goldcorp dio un paso más y comenzó a usar Watson, el sistema de computación cognitiva de IBM, que tiene la habilidad de “aprender” a través de sus interacciones con información y personas.
Tecnologías como Big Data arribaron a las grandes industrias haciendo posible la interacción diaria entre la ciencia, el sector empresario y de altos cargos y el sector operario. El resultado de la implantación de esta nueva innovación desarrollada por data scientists, a diferencia de otros recursos largoplazistas, podrá sentirse –y ya se siente- en cortos lapsos de tiempo abarcando, mediante su desarrollo, a otras áreas esenciales relacionadas a la gobernabilidad y administración federal de los recursos. De momento, sólo se analiza un 0,5 % de los datos existentes, lo cual abre paso a un interrogante que pondrá en vilo a la sociedad de los próximos años: ¿cuánto más podremos adentrarnos en la información y qué consecuencias traerá esta quitada de venda digital que nos propone el universo Big Data?