Al tratarse de un recurso natural, único y limitado, el consumo eficiente de agua es hoy una temática central en el desarrollo minero. Para la industria, se trata de un medio estratégico y de alto costo, por lo que cada vez -y con mayor rapidez- se está trabajando para garantizar eficiencia y sustentabilidad ligada a los procesos extractivos y de aprovechamiento hídrico. La experiencia de Chile con plantas desalinizadoras, que comienzan a jugar un rol cada vez más decisivo.
En minería, la utilización de agua es primordial para la separación de minerales durante la extracción, como así también como agente lubricante, de refrigeración y limpieza al momento de la perforación. En el proceso hidrometalúrgico, las soluciones líquidas cumplen un rol fundamental en la separación y recuperación de los metales tanto para el método de lixiviación, flotación o separación gravitacional.
En términos estadísticos, el uso consuntivo del agua a nivel industrial escala a un estimado del 7% de la matriz -el riego demanda un 70,5 % del total, seguido por el abastecimiento de agua potable (13%), el abrevado de ganado (9%) y el uso industrial (7,5%)- y las variaciones del valor del m³ dependen tanto de la localización y la facilidad de acceso como también de las políticas particulares que se aplican sobre el recurso. Por citar un ejemplo, los valores unitarios entre la ciudad de Bahía Blanca y la provincia de Santa Fe tienen una variación en los costos superior en 6 veces en la localidad bahiense. En Salta y Jujuy, en tanto, el precio del m³ de agua oscila entre los $6 y $7 en comparación con los $18,20 que cuesta en la provincia de Chaco. Estas variaciones generan diferencias económicas y de desarrollo entre las provincias a la par de dificultar la unanimidad en los estudios y el correcto aprovechamiento de la materia. En el «Informe sobre la Gestión del Agua» emitido por la CEPAL, se anticipaba por el año 2000 que «la gestión de los recursos hídricos tanto al nivel nacional como al nivel provincial, se caracteriza principalmente por una fragmentación sectorial e institucional», que continúa al día de hoy. En regiones que poseen déficit hídrico por escasez y variabilidad de la oferta, las posibilidades productivas que los suelos y condiciones climáticas proveen se ven limitadas a pesar de contar con otros factores clave como la infraestructura o la capacidad profesional.
La experiencia de Minera AlumbreraRecientemente, el anuncio del fin de operaciones a cielo abierto en el yacimiento de cobre, oro y molibdeno «Bajo la Alumbrera» tuvo un alentador giro que concluyó en la extensión de la vida útil de la mina a 10 años bajo la modalidad de explotación subterránea. En consonancia con esta noticia, Minera Alumbrera YMAD – UTE, operada por Glencore y con participación accionaria de las canadienses Goldcorp y Yamana Gold, renovó su política de gestión ambiental y actualizó las certificaciones relacionadas al estudio y control hídrico, destacándose: -Recertificación del Sistema de Gestión de la Calidad bajo la nueva versión de la Norma ISO 9001-2015. El alcance de la certificación incluye los procesos preanalíticos y analíticos realizados «in situ» en muestras de aguas superficiales y subterráneas. -Renovación por cuatro períodos consecutivos de las acreditaciones de la Norma IRAM301 (ISO 17025) hasta 2020 en el laboratorio químico de la Planta de Filtros, donde se realizan controles de agua y suelo. |
Dentro de este esquema, la ONG Green Cross detalla que el uso de agua en minería es del 0,7 % sobre el total estimado del 7% de la matriz industrial. En un informe realizado por la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), se afirma que el consumo de agua por parte de la minería es similar al de otras actividades: «Minera Alumbrera consume lo mismo que 800 hectáreas de olivos bajo riego. En 2011, la mina de oro y plata más grande de San Juan, Veladero, tuvo un consumo total de agua promedio de 57 litros por segundo, que es la misma cantidad de agua que se le da como permiso de uso a una pequeña finca de 60 hectáreas». Si consideramos los datos del Banco Mundial, el 93% del uso de agua con fines industriales en Argentina está destinado a la agricultura. Esta última fuente adhiere a la información detallada por Green Cross, y estima un 1% del total de la utilización hídrica como insumo productivo por parte de la actividad minera.
Dentro de las cifras que arroja la provincia de San Juan, principal eslabón productivo de la minería metalífera en la República Argentina, la concesión total del agua se reparte, según estima la CAEM, en un 91,92 % al sector agrícola, el 4,28% para hidro-energía, 2,8% para abastecer a la población, 0,03% para recreación, 0,96% para la minería y 0,01% para otras industrias.
«La cuenca del río San Juan se reparte en un 99,9% para la agricultura y 0,09% para la mina Casposo. La mina Veladero utiliza del río Jáchal un promedio de 57 litros por segundo, de un caudal histórico promedio del río (en cuya cuenca hídrica está la mina) de 10.000 litros por segundo. Es decir, la mina de oro y plata más grande de la Argentina consume el 0,5% del caudal del río de su cuenca».
De esta utilización, actualmen-te el procesamiento en una mina metalífera se realiza en un circuito cerrado por lo que se reduce notablemente la incorporación de nueva agua fresca. De esta forma, sólo se pierde el recurso evaporado o que contiene el mineral concentrado, lo que permite eficientizar el uso del agua en un 70% al 90%.
Sobre esta premisa, la industria minera ha comenzado a incorporar alternativas a la utilización del recurso hídrico, incorporando el uso de agua de mar procesada a través de plantas desalinizadoras que, en su mayoría, separan la sal del agua por el método de ósmosis inversa. La desalinización es, así, un mecanismo que facilita la obtención de agua dulce y se realiza en plantas industriales que acompañan el esquema de productividad continua de la industria minera. Sin embargo, es necesario destacar que los costos de esta tecnología aún son altos y, de las más de 18.000 plantas desalinizadoras que existen en el mundo, sólo se nuclea del 1% al 3% de la demanda de agua dulce a nivel mundial.
La situación en ChileLa Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) informó, en un documento que comprende la proyección del consumo de agua en la minería del cobre de 2009 a 2020, un detalle de la gestión del recurso hídrico del sector minero chileno, sus desarrollos y deficiencias. Allí se enmarca que la industria cuprífera mejoró la eficiencia en el consumo de agua tanto en el proceso de concentración como por la vía hidrometalúrgica: «En términos promedios, el consumo de agua fresca en el proceso de concentración se ha reducido desde 1,1 a 0,79 m3/tonelada de mineral tratado y en el procesamiento por la vía hidrometalúrgica también se ha reducido desde 0,30 a 0,13 m3/tonelada de mineral en el período 2000 al 2006. Esta reducción en el consumo de agua por parte del sector minero es reflejo de los esfuerzos realizados para reducir el consumo de agua fresca en procesos productivos, a través de mejoras operacionales y de una gestión integral», aclara dicho informe. Asimismo, se indica que, en lo respectivo al consumo de agua fresca, hacia el 2026 se daría una tendencia decreciente del 1,9 % anual desde lo estimado al 2015, mientras que para el caso del agua de mar la tendencia irá de forma creciente a una tasa del 14,1 % anual. Al año 2026, el consumo de agua fresca alcanzaría los 10,8 m3/s, lo cual casi iguala al uso de agua de mar con niveles de 10,7 m3/s.
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El caso de éxito de la región en optimización hídrica para la minería es el de Chile, con 11 operaciones que utilizan la tecnología de desalinización y que posicionan al país trasandino en uno de los primeros lugares respecto a eficiencia hídrica a nivel mundial, con una capacidad diaria instalada de agua desalinizada de 300.000 m³ para el 2017. Dicho sector, y principalmente a través de la minería del cobre, presentó en 2015 un consumo de 13,07 m³/s de agua continental y 2,3 m³/s de agua de origen marítimo. En Argentina, en tanto, el arribo de este tipo de plantas resulta reciente e innovador y recién se han dado los primeros pasos en la materia: en estos momentos avanza, sobre Puerto Deseado y Caleta Olivia (provincia de Santa Cruz), la puesta en actividad de dos plantas desalinizadoras, aunque orientadas a las necesidades ciudadanas de la zona. Este primer avance reposiciona al escenario nacional en materia de aprovechamiento del recurso, ya que contando el país con uno de los principales reservorios de agua dulce del mundo, también tendrá la posibilidad de generar el recurso de su enorme costa marítima.
