Por Lic. Iván Grgic para PANORAMA MINERO
Una persona, Francisco, hizo hace cinco años una propuesta que sigue en pie: “En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común” (n.3), porque «el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar» (n.12). Podemos acordar que el objetivo es un desarrollo sostenible e integral, y ¿podemos dialogar otros puntos para acordar, disentir, conocer más o descubrir su complejidad?
Acuerdos sobre criterios de análisis
La encíclica “Laudato Si” es un documento con ejes transversales: “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida” (n.16). Estos ejes se unen a algunos criterios para el intercambio de visión y conocimiento.
¿Cuál es el sujeto de análisis? Dentro del camino de la modernidad de los últimos cinco siglos, se ha construido un modo de ver lo que hoy llamamos “naturaleza”. Pero la crisis planetaria ha puesto esta mirada en crisis, ya que desde ahí “hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla” (n.2). ¿En qué medida podemos entrar en diálogo o debate con la mirada del Papa, que propone “nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”? (n.1).
Un segundo criterio es la visión sobre el deterioro global. No es algo nuevo; de hecho, Francisco cita a todos los papas desde Juan XXIII a comienzos de los 60’ para marcar un camino de evidencias acerca del tema. Es decir, que ni el deterioro comienza con este pontificado ni Francisco es el iniciador de estas propuestas. Además, siguiendo a Benedicto XVI, el deterioro va de la mano con el derroche: “El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos” (n.7). ¿Deterioro global y derroche en muchos territorios, es tan así? ¿Cómo se considera la importancia de los recursos naturales de cada territorio, más aun cuando es evaluado con epistemologías de otros territorios?
El tercer criterio proviene de una cita de un pontífice anterior, Pablo VI, en la FAO (1970), que acá se puede formular como pregunta: ¿“es necesario un cambio radical en el comportamiento de la humanidad»? Porque «los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre” (n. 4).
Otro criterio refiere la percepción semántica con una cita de Juan Pablo II: “el ser humano parece no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo, y llamó a una conversión ecológica global” (n.5). ¿En nuestros proyectos y sectores productivos, o en la vida cotidiana y vecinal, se necesita esa conversión, no como algo religioso, sino como una percepción más variada? A la pregunta de debate se puede añadir la observación del Patriarca Bartolomé de Constantinopla: “llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas” (n. 9).
Finalmente, siguiendo también al papa polaco, Francisco afirma que “el auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado” (n.5). ¿Un cerro que sólo se vio como escenario estético, puede ser también un recurso mineral? ¿Cómo se dan respetos o faltas de respeto a las personas, o a la relación con sus entornos?
Con el ejemplo de San Francisco de Asís, comenta el Papa: “si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos” (n.11). Cuando “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza” (n.12), ¿se puede arribar a un lugar como contemplador de misterios y también como explotador de recursos? ¿No está en esta conjunción aquello de “desarrollo sostenible e integral” del comienzo?
Algunas cuestiones concretas del diagnóstico
Ya en el capítulo 1, el documento cita una serie de 28 issues que podemos agruparlos en tres sectores de impacto: la casa común, las personas y las organizaciones.
Acerca de la casa común, el Papa comenta los temas críticos de: los residuos, el aire, el agua, los recursos, las especies en la biodiversidad, y los animales y organismos vivos.
Acerca de las personas, los problemas se pueden sintetizar en: el caos urbano, la pobreza, el ritmo de vida acelerado y los desafíos del mundo digital.
Y, en cuanto a las organizaciones, el texto analiza: la relevancia de los países ricos, la importancia de los países en desarrollo, la deuda externa y la guerra por los recursos.
A lo largo de todo el capítulo se puede observar una descripción diagnóstica amplia con la complejidad que significa adentrarse en análisis más serios. En esta columna para suscitar el diálogo por los disensos, nos podemos detener especialmente en dos menciones a la minería y una al uso del agua.
La primera alusión, en el n.51, afirma: “Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre”. El número habla de la ética de las relaciones internacionales y la deuda ecológica por regiones en el planeta, cuando se genera un incremento industrial desmedido a la par de contaminaciones. En el ámbito minero se conoce el tema, está en la historia de los proyectos. Y también está en las previsiones actuales de gestión de impacto para que no suceda ninguna contaminación. Es más, cada día aumentan los espacios para que no solo haya producción de los minerales sino desarrollo industrial en las regiones locales. ¿Qué distancia hay entre la mención papal, respecto del presente y el futuro que se construye en nuevas factibilidades?
La segunda mención está al final del mismo punto, citando un comentario de un grupo de obispos argentinos del 2009: “Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida, agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden sostener”. Esta descripción, que se escucha desde hace muchos años en el país, ¿solo admite soslayo o rechazo? ¿Qué tipo de autocríticas admite, más allá de la remanida falta de comunicación? Aun sabiendo que muchas causales están en la gestión de los fondos públicos aportados por el sector, ¿no resulta necesario aggiornar las modalidades de articulación de todas las formas de inversión social, fideicomisos, responsabilidad social, etc.?
Finalmente, el tema del agua está tratado en varios lugares, sobre todo desde el nro. 27 al
- Dice el Papa: “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano
Nota: esta columna comenta Introducción y Capítulo I. Para leer: http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco20150524enciclica-laudato-si.html