El sector minero se prepara para un cambio positivo. En el horizonte se empieza a vislumbrar un nuevo camino que invita a pensar en una instancia superadora producto de medidas políticas y económicas ya consolidadas. Este incipiente recorrido conjuga factores exógenos y endógenos en distintos órdenes.
La reciente Arminera 2017 fue el punto de encuentro de referentes y líderes de los sectores públicos y privados provenientes de distintas provincias. El mensaje emanado de diferentes actores es que la minería argentina se encuentra en las vísperas de punto de despegue definitivo.
Mucho tiempo y circunstancias acontecieron para llegar a este presente. La decisión de que la minería es política de estado a nivel nacional y en varias provincias, sumado a cambios macroeconómicos y microeconómicos, son la base del cambio en el plano interno. Por fuera de nuestro alcance, los minerales y metales han recuperado terreno. Todavía se está muy lejos del súperciclo asociado al crecimiento vertiginoso de China, pero también son parte del pasado los peligrosos valores de US$1.000 para la onza de oro y US$2 para la libra de cobre.
¿Cuáles serán los próximos pasos? Se esperaba la firma del Acuerdo Federal Minero entre el Presidente de la Nación y los gobernadores de las provincias, aunque motivos de agenda no permitieron dicho acontecimiento en el marco de la segunda semana de mayo. Así y todo, se descuenta que la suscripción del Acuerdo en cuestión encuentra como único limite la coordinación de agendas entre nación y provincias.
A pesar de ello, es preciso entender el largoplasismo asociado a la industria que nos incumbe. Argentina goza de una geología reconocida internacionalmente, recursos humanos altamente capacitados, proveedores desa-
rrollados, y hace poco más de un año y medio que se recuperó la seguridad jurídica, posiblemente el instrumento más apreciado por los inversores.
Un importante cambio del clima de negocios, en sentido positivo, puede resumir lo informado con anterioridad. Se han ejecutado todas las medidas tendientes a generar el escenario propicio para la recepción de inversiones y los mercados externos muestran señales de aliento cada vez más fuertes. La firma del Acuerdo Federal Minero, tendiente a sentar las bases para la minería de las próximas décadas, tendría el mismo impacto que aquel que se suscribió durante la década de los ’90 y significó el arranque de la gran minería argentina con la construcción y puesta en producción de Bajo la Alumbrera.
Probablemente, el nuevo Acuerdo Federal Minero sea la plataforma de despegue para muchos proyectos ya factibilizados, los cuales puestos en valor, serán la oportunidad de crecimiento del país y de las provincias, pero por sobre todo, de las comunidades situadas en las áreas de influencia.