El colapso del dique de colas de la mina Corrego do Feijao, en Brumadinho, estado de Minas Gerais (Brasil), es una de las mayores tragedias mineras observadas en décadas. Operación a cargo del gigante brasilero Vale, el incidente es una de las noticias más comentadas en todos los medios de comunicación del mundo. Con cerca de 100 fallecidos, y una cantidad de desaparecidos que supera las 250 personas, el incidente en Minas Gerais será un punto de reflexión para la industria minera a efectos de revisar procedimientos, estándares y procesos. En pleno proceso de investigación interna, Vale informa que ya ha comenzado a compartir algunos resultados preliminares con autoridades estatales y federales. Los responsables del desastre en Minas Gerais deberán rendir cuentas ante la justicia.
Las críticas arrecian contra Vale. En este punto es necesario reafirmar que no se puede poner a todos los actores en una misma bolsa, ni tampoco es momento de hacer leña del árbol caído. Muchas empresas y profesionales trabajan con la mayor vocación y ética profesional, y no es justo que caigan en la “categoría Vale”. La industria minera, actividad milenaria, continuará porque es madre de industrias y provee soluciones para nuestra vida diaria, de la misma manera que es la única oportunidad de crecimiento y progreso para comunidades que no cuentan con ninguna otra fuente de ingresos.
Que no quepa la menor duda que la tragedia de Brumadinho será la ocasión perfecta para oportunistas que se convertirán en expertos mineros de la noche a la mañana.
Será momento de una profunda autocrítica, a la vez de que se deberá seguir incursionando en elevar los estándares de salud y medioambiente, a efectos de que la tragedia de Brumadinho no se repita.
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